2018/02/18

20180112MONICO63


                                                       Bilbao 11 de febrero de 2018

         Hola Mónico: No era mi intención mandarte esta carta para felicitarte por tu cumpleaños, o al menos no de esta manera, pero el destino lo ha querido así. En otras circunstancias te hubiera llamado por teléfono y habríamos estado hablando media hora,  de esas cosas mundanas que nos afectaban de cerca, de  esas socorridas trivialidades, del día a día o de temas trascendentes a los que  dábamos soluciones rotundas y arreglábamos el mundo por un momento.
 Y hubiéramos quedado para la semana siguiente porque este mes de febrero yo también cumplía años.
    Pero ese año no ha sido así, no lo es y no lo será de aquí en adelante. Aunque este mensaje será continuo en el tiempo, ya no estará escrito con palabras, estará construido con sentimientos y será lanzado al aire para que el viento te lo haga llegar  allá donde tu espíritu repose.
   Sorpresas te la vida cantaba la Orquesta Platería en los años 80, esa canción que nosotros canturreábamos dándole un sentido más vital y mundano.  Qué gran  verdad transmitía, una sentencia que yo lo diría con más crudeza: que puñaladas te da la vida, de esas que no tienen cura, de esas que se llevan en volandas las ilusiones  de las personas.
   Hasta nosotros llegó esa sentencia también, nuestra humanidad no nos podía librar de los azares del destino. Fue a ti quien te llevó y todos lo que te rodeábamos nos dejo muy mal heridos.
    Qué quieres que te diga,  que no somos jóvenes pero que todavía teníamos ilusiones,  un futuro y muchas cosas que compartir. No grandes proyectos, pero si pequeñas cosas, esas del día a día que te unen, si aun se puede,  más.
      ¿Cuántas cosas se te han quedado sin terminar? ¿Cuántas sin comenzar? ¿Cuántas en pleno proceso de realización? ¡Tú eras el que exprimías el tiempo para estar en todo y con todos! ¡Tú eras el infatigable que convertía el ocio  en trabajo y lo contrario también!
     Te has ido a destiempo, siempre es a destiempo la marcha de los seres queridos. Una marcha que deja un gran socavón en nuestra vida, uno de esos que es imposible llenar, quizás con el tiempo se podría tapar, de mala manera, pero teniendo presente  que esa tapadera es muy frágil y se puede romper fácilmente.
    Una ausencia, un agujero, una herida, todo profundo. ¿Cómo iremos al pueblo y soportaremos tu no presencia? ¿Cómo no recordar los momentos y los lugares de Alamillo en que nos acompañábamos? No habrá nada que no nos recuerde tu imagen, porque tú abarcabas mucho, mucho espacio, mucho tiempo, mucha gente.
   Hasta en el puro egoísmo te echaremos en falta. Más de una vez se nos escapará la frase: “Esto lo arregla Mónico cuando llegue” ”Esto seguro que lo sabe Mónico”. Eras la referencia para muchas cosas que nos afectaban.
       Nunca llegué a decirte, nunca hablamos del hecho que para mí  tú y yo nos conocimos en la Semana Santa del 72, no tengo recuerdos tuyos anteriores a ese momento. Luego todo fue un continuo discontinuo en la vida. Muchos encuentros aquí y allá, más breves más prolongados, en que pudimos afianzar nuestra primitud, es decir esa mezcla de sangre y amistad. Y así hasta, hasta ayer. Ya sabes, los años vividos nos enseñan a apreciar a los amigos y la familia en su plenitud, y eso lo reunías tú.
        No nos que más remedio que pasar la vida, viviendo, conviviendo con este dolor ha provocado tu desaparición dejando esa herida, que pasara de visible a invisible, pero que apenas podrá cicatrizar en el tiempo.  Sabremos, eso sí,  que tu espíritu viajero nos rondará eternamente estemos donde estemos y eso nos llenará de consuelo en momentos difíciles.
   Para terminar solo me queda, aparte de llórate, me queda o nos queda un reto que es el de perpetuarte, es decir, trabajar para que persistas en la memoria, en la mía y en la de los demás.
    Finalmente en mi despedida solo queda darte las gracias, gracias por haber tenido el privilegio de compartir contigo tantos momentos en los que nos ayudaron, sin darnos cuenta, a moldearnos como personas.
    Mónico, un abrazo y ya sabes: siempre en el corazón

                  Tu primo Jaime

No hay comentarios:

Publicar un comentario